viernes, 3 de julio de 2015

El Dios que no tiene manos



 
La guía comienza a leer la historia cuidando la entonación. Se puede tener una música suve de fondo.
 F A B U L A
El Dios Que No Tiene Manos
 Desde el principio los hombres han conocido a Dios. Lo sentían aunque no lo podían ver y siempre se preguntaban quien sería Él y dónde se encontraría.
¿Quién es Dios? Preguntaban a los sabios.
“Es el más perfecto de los seres” era la respuesta.
 Pero, ¿Cómo es? Tiene un cuerpo como nosotros?
“No, Él no tiene cuerpo, ni ojos para ver, ni manos para trabajar, ni pies para caminar, sin embargo, sabe todo, aún nuestros más profundos pensamientos”.
 Y ¿Dónde está?
 “Está en el cielo, en la tierra y en todo lugar”.
 ¿Qué cosa sabe hacer?
“Todo lo que quiere”
Pero, ¿Qué cosa ha hecho en realidad?
“Lo que ha hecho es todo lo que ha existido. Él es El Creador y El Señor que ha hecho todas las cosas y todas esas cosas obedecen su voluntad. Él las cuida y las protege y mantiene toda la creación en el orden más perfecto y en la más maravillosa armonía.”
“Al principio Dios estaba solo. Era absolutamente perfecto y feliz y nada le faltaba y en su infinita bondad se decidió a crear  y todo fue creado. Creó el cielo y la tierra, todas las cosas visibles e invisibles. Creó el cielo y la tierra, el firmamento y la tierra con las plantas y animales. Después creó al hombre a su imagen y semejanza. El hombre, como los animales fue hecho de partículas de la Tierra, pero Dios hizo al hombre distinto de los animales porque le infundió un alma que no morirá jamás.”
Muchos pensaron que era solamente una fábula. ¿Cómo puede hacer algún un ser sin manos y sin ojos? Si Dios es un espíritu que no se puede ver, ni tocar, ni  oír, cómo pudo haber hecho las estrellas que centellan en el cielo, el mar que está siempre en movimiento, el sol, las montañas, el viento…
¿Cómo puede un espíritu hacer los pájaros y los peces y los árboles y las flores y el perfume que despiden? Tal vez podría crear los seres, pero ¿En forma visible?
 
Está bien, pensaban ellos, diremos que Dios está en todas partes, pero ¿Quién lo ha visto alguna vez? ¿Cómo podemos estar seguros de que está en cualquier lugar? Se dice que Él es el Señor al cual todos los seres obedecen, pero ¿Por qué debemos creer esto?
Sí, verdaderamente es imposible. Nosotros que tenemos las manos no podemos hacer estas cosas, ¿cómo pudo hacerlo alguien que no las tiene? Imaginarse entonces que hizo a los animales, las plantas, las rocas que obedecen a Dios, es casi imposible. Si los animales no entienden cuando hablamos, ¿Cómo es posible que puedan obedecer?  ¿O el viento, las olas, las montañas? Se les puede gritar y gritar y no nos escucharán porque no están vivas.
Así nos parece a nosotros pero veremos cómo cada cosa que existe, ya sea viva o no, en todo lo que hace, es por el solo hecho de que obedece realmente la voluntad de Dios.
Las criaturas de Dios no saben que están obedeciendo. Las que son inanimadas, continúan existiendo, las que viven se mueven y continúan viviendo.
Cada vez que un viento fresco nos acaricia las mejillas, la voz que oímos nos dice: “Señor, obedecemos”. Cuando el sol sale por las mañanas y colorea el mar con sus rayos, también él agua, el sol y sus rayos susurran “Señor, obedecemos”. Y cuando se ven los pájaros en vuelo y las frutas que caen de un árbol, o una mariposa que revolotea sobre una flor, los pájaros y su vuelo, la mariposa, la flor y su fragancia, el árbol y su fruto y su caída al suelo, repiten todos las mismas palabras, “Seños, obedecemos”.
Al principio era el caos, y las tinieblas tenían el aspecto de la nada.
Dios dice: Hágase la luz… y la luz se hizo.
 Pero seguían existiendo la nada, una inmensidad de espacio sin principio ni fin, indescriptiblemente oscuro e indescriptiblemente frío ¿quién puede imaginarse aquella oscuridad, aquel hielo?
 
Cuando pensamos en la oscuridad, pensamos en la noche, pero nuestra noche sería día refulgente comparado con aquella oscuridad. Y cuando pensamos en el frío se nos viene a la mente el hielo, pero el hielo sería ardiente comparado con el hielo del espacio, el espacio que separa las estrellas.
 En este vacío desmedido de frío y oscuridad, fue creada la luz.
Aparece algo como una vasta nube de fuego que encerraba todas las estrellas más pequeñas estaban en el cielo, el Universo entero estaba en aquella nube y entre las estrellas más pequeñas estaban nuestro mundo.
Pero en ese momento no eran estrellas, porque no había nada más que luz y calor. Tan intenso era el calor que todas las sustancias que conocemos, el hierro, el oro, la tierra, rocas, agua; eran solamente gas inconsistente como el aire.
Todas esas sustancias, todos los materiales de los que están compuestos la tierra y las estrellas, estaban juntos en una enorme masa, flamante con intensa luz y calor, de un calor tan inmenso que nuestro sol parecería un gran pozo de hielo.
 Esta nube ardiente, hecha de la nada, tan monstruosa que no se puede siquiera imaginar, se movía en la inmensidad del espacio helado, que tampoco era nada.
La masa incandescente no era más grande que una gota de agua en ese océano de espacio, pero esa gota contenía la tierra y todas las estrellas, que en realidad son soles, millones de veces más grandes que la tierra.
 Esta nube de calor y de luz al moverse a través del espacio vacío dejaba caer pequeñas gotas. Si dejas caer agua fuera del vaso, una parte al caer, permanece unida y el resto se esparce en gotas separadas. Los innumerables ejércitos de estrellas son como aquellas gotas. Pero en vez de caer se mueven rotando en el espacio, de modo tal que nunca chocan entre sí, y están a millones de kilómetros de distancia una de la otra.
Algunas estrellas están tan lejos de nosotros que pasan miles de millones de año antes de que podamos ver su luz. Aunque la velocidad de la luz sea de 300,000 Km por segundo.
 Las estrellas parecen libres en su vertiginoso torbellino a través del espacio, sin ningún freno, pero están todas unidas a su curso, por un hilo invisible que es la voluntad de Dios.
 Dos de esas gotas eran nuestro mundo y el sol que siguen su propio curso en el espacio.
La tierra se mueve alrededor del sol, pero se mueve como una pelota que avanza rotando incesantemente sobre sí misma y a una velocidad constante.
Cuando Dios creó las estrellas, no había nada que no estuviera previsto, cada fragmento del universo, cada partícula, por más pequeña e insignificante, fue obligada a comportarse según las reglas que Él había establecido.
En cuanto a la gota de nube luminosa que se convirtió en nuestro mundo, Él decidió que no sería más un caos. En lugar de una confusión ardiente de gas, debería existir el aire, el agua y las rocas.
El orden de Dios fue maravillosamente simple. La masa incandescente de la tierra fue hecha de partículas infinitesimales y fueron estas las que transformó en rocas, agua y aire.
Estas partículas microscópicas y aglomeradas, rotaban a una velocidad fantástica.
Paso a paso, al enfriarse, se movían más lentamente, se apretaban más unas a otras y ocupaban menos espacio. Y esta Ley Divina que les fue dada se ha llamado los tres estados de la materia. Cada cosa que conocemos es; o un gas, o un líquido o un sólido y cambia de estado según haga frío o calor.
Ahora podríamos preguntarnos ¿Por qué hay tantos y tantos millones de cosas diferentes? ¿Por qué hay tantos tipos diferentes de partículas, cada una con diferentes instrucciones? Cada una adquirió una cierta simpatía particular por ciertas partículas y una cierta antipatía por otras, al igual que los seres humanos son atraídos por ciertos individuos y rechazados por otros. Así se organizaron en varios grupos.
Para el estado Sólo, Dios ha hecho las partículas tan estrechamente unidas que es casi imposible separarlas. Forman un grupo que no cambia de forma a menos que se le aplique una fuerza. Por ejemplo: si se le quita un pedazo, o se rompe una piedra, las partículas siguen adheridas, la piedra y el pedazo conservan aún su forma de roca sólida.
 Cuando le llegó el turno al estado Líquido, Dios dice a las partículas “Permanecerán unidas porque estarán en un recipiente, y tomarán la forma del mismo. Fuera del recipiente correrán y se esparcirán, se meterán en cualquier grieta que encuentren en su camino. No se unirán tan estrechamente como las partículas de los sólidos pero se podrán mover y rotar una sobre la otra. Podrán seguir, hacia delante o hacia atrás, pero nunca hacia arriba, (he aquí porque podemos meter la mano en el agua y no podemos meterla en la roca). Y por no esta tan adheridas, ocuparán más espacio que las partículas de los sólidos”.
Y al Gas, Dios le dice: “Tus partículas no se adherirán y se podrán mover libremente en todas direcciones”.
 Este plan fue tan simple que Dios estableció para las partículas y es así como se formaron los sólidos, líquidos y gases.
Pero también da ciertas condiciones a menos que a temperatura no sea muy pero muy caliente, más caliente que el sol, o mucho más fría que el frío del espacio exterior, ustedes no serán gas, líquido o sólido al mismo tiempo, pero a un cierto grado de calor, algunos de ustedes serán sólidos, otros líquidos y otros gaseosos. Y si el calor aumenta, los sólidos se harán líquidos, pero no todos los sólidos se transformarán en líquidos a la misma temperatura.
Y le da otra ley. “Cada uno de ustedes tendrá un peso, pero su peso no será igual y aquel de ustedes que sea el más pesado, atraerá a los que sea más ligeros”.
Estas fueron las leyes dictadas por Dios y en obediencia a estas leyes, la pequeña gota de nada que formó la tierra, continuó girando alrededor del sol.
La tierra, el sol y las estrellas eran bolas de gas, gas que contenía todos los elementos que como ponen nuestro mundo, la tierra. Y recorrería su camino en el espacio friísimo que el hielo es caliente.
Si metemos una mano en el agua fría, se nos enfría. Por esta misma razón, a medida que el tiempo pasaba, las estrellas, el sol, la tierra se fueron enfriando. Y las esferas más pequeñas se enfriaron primero que las más grandes. La tierra que es pequeña en comparación al sol, se enfrió completamente su parte exterior, mientras el sol todavía brilla en el cielo.
 Cuando los gases de la tierra se enfriaron, obedecieron a las leyes que Dios había dado, al convertirse en líquidos sólido sus partículas se dieron a otras partículas que las atraían y formaban sustancias compuestas y las sustancias más pesadas, atrajeron a las más ligeras. Si se arroja una piedra a un estanque, se va al fondo, así las sustancias fluías más pesadas se hundieron hacia el centro de la tierra y las más ligeras flotaron en la superficie, como el aceite flota en el agua.
 Así se acomodaron en estratos, según su peso, pero todo era atraído al centro de la tierra y todavía hoy, cada estrato hace presión sobre el estrato inferior.
Así continuó y mientras cada grupo de elementos obedecía sus leyes particulares, la tierra que era todo un conjunto de sustancias obedecían también a las leyes dictadas por Dios y continuaba a cumplir su vuelta alrededor del sol.
Paso a paso que el gas, se enfriaba imperceptiblemente, el líquido hirviendo empezó a enfriarse y se hizo denso como una pasta. El líquido al centro estaba todavía muy caliente pero era empujado en todas direcciones del peso enorme que tenía encima, un estrato sobre otro. No era el frío lo suficientemente intenso para transformarse en sólido, pero la presión de arriba era tan fuerte que comenzó a solidificarse. Algunos de los estratos superiores eran semisólidos, otros todavía líquidos y todos empujaban uno contra el otro con toda su fuerza. Algunas veces una masa que era empujada de dos partes, se encontraba comprimida entre ellas y saltaba hacia lo alto, entonces todo el estrato se encorvaba y de este modo se formaban pozos que pronto se llenaban de líquidos y sobre esto se extendía un inmenso mar de gas llameante.
 ¡Pueden imaginar esta danza de los elementos!
Según las leyes de Dios, a medida que se enfriaban se volvían siempre más pequeñas y más pesadas. Así cuando se elevaban para encontrar el frío absoluto del espacio externo, se contraían y volvían a caer en el fuego ardiente que habían dejado.
Aquí se volvían de nuevo calientes y ligeras, suficientemente ligeras para ascender, llevando consigo un poco del calor interno al espacio exterior y cuando regresaban al centro de la tierra, bajaba un poco del hielo de afuera al corazón del fuego.
Así se desenvolvía esta danza sin fin y así sucede todavía en el sol. El calor que el sol nos manda a través de kilómetros, es calor que no puede retener, las partículas de la superficie del sol, como aquellos de la tierra cuando ésta era una masa flamante, hacían un trabajo doble, de llevar el calor y de introducir el frío.
Qué maravilloso es todo esto y cómo son simples las leyes hechas por Dios. cuando cualquier cosa se calienta, se dilata, se hace más ligera y sube, como una bola de aire en el agua. Pero su cualquier cosa se enfría, se contrae y cae… como un grano de arena en el fondo de una cisterna.
 Por estas leyes la tierra se ha transformado poco a poco de una bola de fuego, en lo que conocemos.
A estas leyes obedecen las pequeñas partículas radiantes, danzando alegremente, partículas diminutas para poder ser vistas e incluso imaginadas, pero tan numerosas que produjeron el mundo.
Por centenares, millares y millones de años, la danza continuó y los gases se tornaron líquidos, el líquido se hacía sólido y paso a paso, el frío continuaba su asalto al espacio exterior, hasta que la tierra se contrajo y se hizo rugosa como una manzana olvidada en la despensa.
 Las arrugas son las montañas y los hundimientos, entre una y otra, y son los océanos sobre éstas, está suspendido el aire que respiramos.
 Rocas, agua, aire, sólido, líquido, gas, casa cosa es lo que es por su grado de temperatura. Hoy como ayer y hace un mi millón de años, las leyes de Dios son obedecidas en el mismo modo. El mundo rota sobre sí mismo y gira alrededor del sol. Y hoy como hace un millón de años, la tierra y todos sus elementos compuestos, en el cumplimiento de su trabajo, susurran con una sola voz:
“Señor, que se haga tu voluntad, obedecemos”.
Mario Montessori
(Tomado de Vita Dell ‘Infanza’ Regi.   Revista mensual de la obra Montessori – Roma, Año VIII No. 3 Marzo 1959 – Pág. 11-13
Traducción del “Communication”  Boletín de la Asociación Montessori Internacional. Amsterdam-Holanda-Navidad 1958)
Traducción del italiano al españo por la Lic. Ma. Eugenia Doria.
 

 

3 comentarios:

  1. Muchas gracias por compartir la fabula!! sera de gran importancia para los niños de mi ambiente :)

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  2. Muchas gracias por compartir la fabula!! sera de gran importancia para los niños de mi ambiente :)

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  3. Entonces Montessori no es para todos. Pensé que en Montessori la educación era laica.

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