La guía comienza a leer la historia cuidando la entonación.
Se puede tener una música suve de fondo.
El Dios Que No Tiene Manos
¿Quién es Dios? Preguntaban a los sabios.
“Es el más perfecto de los seres” era la respuesta.
“No, Él no tiene cuerpo, ni ojos para ver, ni manos para
trabajar, ni pies para caminar, sin embargo, sabe todo, aún nuestros más
profundos pensamientos”.
“Todo lo que quiere”
Pero, ¿Qué cosa ha hecho en realidad?
“Lo que ha hecho es todo lo que ha existido. Él es El
Creador y El Señor que ha hecho todas las cosas y todas esas cosas obedecen su
voluntad. Él las cuida y las protege y mantiene toda la creación en el orden
más perfecto y en la más maravillosa armonía.”
“Al principio Dios estaba solo. Era absolutamente perfecto y
feliz y nada le faltaba y en su infinita bondad se decidió a crear y todo fue creado. Creó el cielo y la tierra,
todas las cosas visibles e invisibles. Creó el cielo y la tierra, el firmamento
y la tierra con las plantas y animales. Después creó al hombre a su imagen y
semejanza. El hombre, como los animales fue hecho de partículas de la Tierra,
pero Dios hizo al hombre distinto de los animales porque le infundió un alma
que no morirá jamás.”
Muchos pensaron que era solamente una fábula. ¿Cómo puede
hacer algún un ser sin manos y sin ojos? Si Dios es un espíritu que no se puede
ver, ni tocar, ni oír, cómo pudo haber
hecho las estrellas que centellan en el cielo, el mar que está siempre en
movimiento, el sol, las montañas, el viento…
¿Cómo puede un espíritu hacer los pájaros y los peces y los
árboles y las flores y el perfume que despiden? Tal vez podría crear los seres,
pero ¿En forma visible?
Está bien, pensaban ellos, diremos que Dios está en todas
partes, pero ¿Quién lo ha visto alguna vez? ¿Cómo podemos estar seguros de que
está en cualquier lugar? Se dice que Él es el Señor al cual todos los seres
obedecen, pero ¿Por qué debemos creer esto?
Sí, verdaderamente es imposible. Nosotros que tenemos las
manos no podemos hacer estas cosas, ¿cómo pudo hacerlo alguien que no las
tiene? Imaginarse entonces que hizo a los animales, las plantas, las rocas que
obedecen a Dios, es casi imposible. Si los animales no entienden cuando
hablamos, ¿Cómo es posible que puedan obedecer?
¿O el viento, las olas, las montañas? Se les puede gritar y gritar y no
nos escucharán porque no están vivas.
Así nos parece a nosotros pero veremos cómo cada cosa que
existe, ya sea viva o no, en todo lo que hace, es por el solo hecho de que
obedece realmente la voluntad de Dios.
Las criaturas de Dios no saben que están obedeciendo. Las
que son inanimadas, continúan existiendo, las que viven se mueven y continúan
viviendo.
Cada vez que un viento fresco nos acaricia las mejillas, la
voz que oímos nos dice: “Señor, obedecemos”. Cuando el sol sale por las mañanas
y colorea el mar con sus rayos, también él agua, el sol y sus rayos susurran
“Señor, obedecemos”. Y cuando se ven los pájaros en vuelo y las frutas que caen
de un árbol, o una mariposa que revolotea sobre una flor, los pájaros y su
vuelo, la mariposa, la flor y su fragancia, el árbol y su fruto y su caída al
suelo, repiten todos las mismas palabras, “Seños, obedecemos”.
Al principio era el caos, y las tinieblas tenían el aspecto
de la nada.
Dios dice: Hágase la luz… y la luz se hizo.
Cuando pensamos en la oscuridad, pensamos en la noche, pero
nuestra noche sería día refulgente comparado con aquella oscuridad. Y cuando
pensamos en el frío se nos viene a la mente el hielo, pero el hielo sería
ardiente comparado con el hielo del espacio, el espacio que separa las
estrellas.
Aparece algo como una vasta nube de fuego que encerraba
todas las estrellas más pequeñas estaban en el cielo, el Universo entero estaba
en aquella nube y entre las estrellas más pequeñas estaban nuestro mundo.
Pero en ese momento no eran estrellas, porque no había nada
más que luz y calor. Tan intenso era el calor que todas las sustancias que
conocemos, el hierro, el oro, la tierra, rocas, agua; eran solamente gas
inconsistente como el aire.
Todas esas sustancias, todos los materiales de los que están
compuestos la tierra y las estrellas, estaban juntos en una enorme masa,
flamante con intensa luz y calor, de un calor tan inmenso que nuestro sol
parecería un gran pozo de hielo.
La masa incandescente no era más grande que una gota de agua
en ese océano de espacio, pero esa gota contenía la tierra y todas las
estrellas, que en realidad son soles, millones de veces más grandes que la
tierra.
Algunas estrellas están tan lejos de nosotros que pasan
miles de millones de año antes de que podamos ver su luz. Aunque la velocidad
de la luz sea de 300,000 Km por segundo.
La tierra se mueve alrededor del sol, pero se mueve como una
pelota que avanza rotando incesantemente sobre sí misma y a una velocidad
constante.
Cuando Dios creó las estrellas, no había nada que no
estuviera previsto, cada fragmento del universo, cada partícula, por más pequeña
e insignificante, fue obligada a comportarse según las reglas que Él había
establecido.
En cuanto a la gota de nube luminosa que se convirtió en
nuestro mundo, Él decidió que no sería más un caos. En lugar de una confusión
ardiente de gas, debería existir el aire, el agua y las rocas.
El orden de Dios fue maravillosamente simple. La masa
incandescente de la tierra fue hecha de partículas infinitesimales y fueron
estas las que transformó en rocas, agua y aire.
Estas partículas microscópicas y aglomeradas, rotaban a una
velocidad fantástica.
Paso a paso, al enfriarse, se movían más lentamente, se
apretaban más unas a otras y ocupaban menos espacio. Y esta Ley Divina que les
fue dada se ha llamado los tres estados de la materia. Cada cosa que conocemos
es; o un gas, o un líquido o un sólido y cambia de estado según haga frío o
calor.
Ahora podríamos preguntarnos ¿Por qué hay tantos y tantos
millones de cosas diferentes? ¿Por qué hay tantos tipos diferentes de
partículas, cada una con diferentes instrucciones? Cada una adquirió una cierta
simpatía particular por ciertas partículas y una cierta antipatía por otras, al
igual que los seres humanos son atraídos por ciertos individuos y rechazados
por otros. Así se organizaron en varios grupos.
Para el estado Sólo, Dios ha hecho las partículas tan
estrechamente unidas que es casi imposible separarlas. Forman un grupo que no
cambia de forma a menos que se le aplique una fuerza. Por ejemplo: si se le
quita un pedazo, o se rompe una piedra, las partículas siguen adheridas, la
piedra y el pedazo conservan aún su forma de roca sólida.
Y al Gas, Dios le dice: “Tus partículas no se adherirán y se
podrán mover libremente en todas direcciones”.
Pero también da ciertas condiciones a menos que a
temperatura no sea muy pero muy caliente, más caliente que el sol, o mucho más
fría que el frío del espacio exterior, ustedes no serán gas, líquido o sólido
al mismo tiempo, pero a un cierto grado de calor, algunos de ustedes serán
sólidos, otros líquidos y otros gaseosos. Y si el calor aumenta, los sólidos se
harán líquidos, pero no todos los sólidos se transformarán en líquidos a la
misma temperatura.
Y le da otra ley. “Cada uno de ustedes tendrá un peso, pero
su peso no será igual y aquel de ustedes que sea el más pesado, atraerá a los
que sea más ligeros”.
Estas fueron las leyes dictadas por Dios y en obediencia a
estas leyes, la pequeña gota de nada que formó la tierra, continuó girando
alrededor del sol.
La tierra, el sol y las estrellas eran bolas de gas, gas que
contenía todos los elementos que como ponen nuestro mundo, la tierra. Y
recorrería su camino en el espacio friísimo que el hielo es caliente.
Si metemos una mano en el agua fría, se nos enfría. Por esta
misma razón, a medida que el tiempo pasaba, las estrellas, el sol, la tierra se
fueron enfriando. Y las esferas más pequeñas se enfriaron primero que las más
grandes. La tierra que es pequeña en comparación al sol, se enfrió
completamente su parte exterior, mientras el sol todavía brilla en el cielo.
Así continuó y mientras cada grupo de elementos obedecía sus
leyes particulares, la tierra que era todo un conjunto de sustancias obedecían
también a las leyes dictadas por Dios y continuaba a cumplir su vuelta
alrededor del sol.
Paso a paso que el gas, se enfriaba imperceptiblemente, el
líquido hirviendo empezó a enfriarse y se hizo denso como una pasta. El líquido
al centro estaba todavía muy caliente pero era empujado en todas direcciones
del peso enorme que tenía encima, un estrato sobre otro. No era el frío lo
suficientemente intenso para transformarse en sólido, pero la presión de arriba
era tan fuerte que comenzó a solidificarse. Algunos de los estratos superiores
eran semisólidos, otros todavía líquidos y todos empujaban uno contra el otro
con toda su fuerza. Algunas veces una masa que era empujada de dos partes, se
encontraba comprimida entre ellas y saltaba hacia lo alto, entonces todo el
estrato se encorvaba y de este modo se formaban pozos que pronto se llenaban de
líquidos y sobre esto se extendía un inmenso mar de gas llameante.
Según las leyes de Dios, a medida que se enfriaban se
volvían siempre más pequeñas y más pesadas. Así cuando se elevaban para
encontrar el frío absoluto del espacio externo, se contraían y volvían a caer
en el fuego ardiente que habían dejado.
Aquí se volvían de nuevo calientes y ligeras,
suficientemente ligeras para ascender, llevando consigo un poco del calor
interno al espacio exterior y cuando regresaban al centro de la tierra, bajaba
un poco del hielo de afuera al corazón del fuego.
Así se desenvolvía esta danza sin fin y así sucede todavía
en el sol. El calor que el sol nos manda a través de kilómetros, es calor que
no puede retener, las partículas de la superficie del sol, como aquellos de la
tierra cuando ésta era una masa flamante, hacían un trabajo doble, de llevar el
calor y de introducir el frío.
Qué maravilloso es todo esto y cómo son simples las leyes
hechas por Dios. cuando cualquier cosa se calienta, se dilata, se hace más
ligera y sube, como una bola de aire en el agua. Pero su cualquier cosa se
enfría, se contrae y cae… como un grano de arena en el fondo de una cisterna.
A estas leyes obedecen las pequeñas partículas radiantes,
danzando alegremente, partículas diminutas para poder ser vistas e incluso
imaginadas, pero tan numerosas que produjeron el mundo.
Por centenares, millares y millones de años, la danza
continuó y los gases se tornaron líquidos, el líquido se hacía sólido y paso a
paso, el frío continuaba su asalto al espacio exterior, hasta que la tierra se
contrajo y se hizo rugosa como una manzana olvidada en la despensa.
“Señor, que se haga tu voluntad, obedecemos”.
Mario Montessori
(Tomado de Vita Dell ‘Infanza’ Regi. Revista mensual de la obra Montessori –
Roma, Año VIII No. 3 Marzo 1959 – Pág. 11-13
Traducción del “Communication” Boletín de la Asociación Montessori
Internacional. Amsterdam-Holanda-Navidad 1958)
Traducción del italiano al españo por la Lic. Ma. Eugenia
Doria.
Muchas gracias por compartir la fabula!! sera de gran importancia para los niños de mi ambiente :)
ResponderBorrarMuchas gracias por compartir la fabula!! sera de gran importancia para los niños de mi ambiente :)
ResponderBorrarEntonces Montessori no es para todos. Pensé que en Montessori la educación era laica.
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